Allí en San Vicente decían que era cuaresma. Tarde.
Ya era el viernes de los Dolores.
Y yo que ya llevo unos años pasando por allí, me empeñé en llevarlos a todos. No se ya que les gustó más, si el besamanos en sí, lo impresionante de los pasos de las Siete Palabras, la presencia discreta del nazareno de la Misericordia al pie de su capilla, y sin cruz, o el paso de las Penas, o el de los Dolores, que estaba aún vacío, porque aunque ya no era cuaresma (para nostros), aún no era Semana Santa.
Que nostalgia, ¿no?
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