Hace un mes era Lunes de Pentecostés...



A estas horas aún estábamos esperando para rezar el Rosario, el Simpecao acababa de colocarse en su lugar después de acudir entre bengalas, cohetes y campaniles al encuentro con las demás Hermandades.

Ya el viernes habíamos llegado, habíamos visto la entrada de Huelva, por supuesto habíamos estado viendo a la Virgen, con Carmen, e Isa, que ya me había devuelto lo que era mío, porque otra vez había querido hacerme el gusto de llevarme con ella.
El sábado apenas sin darnos cuenta estábamos viendo presentaciones, Almería esperando ya en Muñoz y Pavón para presentarse, y nuestro banderín allí.
Casi sin dormir nos dirigíamos al Real del Rocío con nuestro Simpecao, el Pontifical, la procesión de vuelta...¿descansar?, no se pudo porque Ella no quiso.
La gente paseaba, se respiraba un ambiente relajado, pero intranquilo...todo se movía muy despacio, no pasaban las horas... Y volvemos a esta hora, las 00:51.
Ya más tarde...terminaba el rosario para Almería, cada uno nos colocamos donde pudimos, y solo tuvimos que esperar... mucho más tranquilo, mucho más bonito y mucho más íntimo de lo que habría pensado nunca.
Momentos, miradas, algunas muy cercanas, algún que otro pisotón pero todo, todo era bonito, llantos, alegría, abrazos, Salves... es un no-parar.
Apenas te dabas cuenta... ya estaba perdiéndose en el interior de la concha que la custodia todo el año... aunque en esta ocasión, no podamos decir lo mismo...y es que solo quedan poco más de 40 sueños para volver a verla salir.
Por fin, después de mucho tiempo de espera pude disfrutar El Rocío, con muchas personas queridas a mi alrededor, y con muchos momentos irremplazables, seguramente vengan otros más bonitos, o menos, pero irremplazables.


Éste es el pan de los ángeles


Lauda Sion, salvatorem
lauda ducem et pastorem
in hymnis et canticis


Estando ya mi casa sosegada...




En la noche dichosa, en secreto que nadie me veia, 
ni yo miraba otra cosa, sin otra luz y guía, 
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba mas cierto que la luz del mediodia, 
a donde me esperaba quien yo bien me sabía, en parte donde nadie parecia.
¡Oh noche que guiaste!¡Oh noche amable más que la alborada!
                                                                                                       (San Juan de la Cruz)
 

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