Por felicitarla

Fue por felicitarla, que anoche descubrí uno de esos pequeños cultos que acostumbran a celebrarse, y de lo que desconocemos su existencia, y mejor que sea así, que siga siendo tan íntimo, y tan recogido, y tan perfecto.

Fue por felicitarla y acompañar a otros, que anoche se me despertaron las ansias de otro momento, y por lo que llegué a sentirme participe de su alegría con cada cohete y cada toque de campanas.

Y también fue por vivir la satisfacción del trabajo bien hecho.

¡Felicidades!

Decían que era cuaresma.



Allí en San Vicente decían que era cuaresma. Tarde.

Ya era el viernes de los Dolores.

Y yo que ya llevo unos años pasando por allí, me empeñé en llevarlos a todos. No se ya que les gustó más, si el besamanos en sí, lo impresionante de los pasos de las Siete Palabras, la presencia discreta del nazareno de la Misericordia al pie de su capilla, y sin cruz, o el paso de las Penas, o el de los Dolores, que estaba aún vacío, porque aunque ya no era cuaresma (para nostros), aún no era Semana Santa.



Que nostalgia, ¿no?
 

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